domingo, 9 de marzo de 2014

La libertad en Venezuela: ganancias y pérdidas



Por @Joaquin_Pereira
Foto de Kodiak Agüero

A un mes del inicio de las protestas que han conmocionado a Venezuela – desde el 12 de febrero de 2014- y que la han llevado a encabezar los titulares de los medios en todo el mundo, es preciso hacer un inventario de los logros obtenidos y del precio que se ha pagado.
Comencemos con las pérdidas: 
Bassil Da Costa, Juan Montoya, Roberto Redman, José Ernesto Méndez, Génesis Carmona, Julio González, Doris Elena Lobo, Elvis Durán, Geraldin Moreno, Alejandro Márquez, Wilmer Carballo, Eduardo Anzola, Giovanni José Pantoja, Jimmy Vargas, Joan Quintero,… 
Son parte de los nombres de la victimas mortales que ha generado el conflicto, y que tratamos de simplificar agrupándolos en frías estadísticas: 21 muertos, 2.382 heridos, 1.254 detenidos, 44 torturados, 2.238 manifestaciones… (sólo hasta la fecha de redacción de esta nota, domingo 9 de marzo de 2014).
Todos tenemos las manos manchadas de sangre, algunos los dedos al hacer un retuit, otros al enviar un mensaje de texto convocando a un grupo de motorizados a atacar a manifestantes, y otros el puño entero al alzarlo en cadena nacional vociferando “candelita que se prenda, candelita que se apaga”.
Las almas de las víctimas son “candelitas” que ningún dictador apagará en el recuerdo y el corazón de sus familiares, pese a que la política diga “el show tiene que continuar” o los medios se monten en la próxima tragedia para llenar sus ya menguadas reservas de papel.
Ahora pasemos a las ganancias… si se pueden llamar así las victorias si para obtenerlas nos volvimos un poco menos humanos.
El primer logro es que todo el mundo llama dictador a Nicolás Maduro, es decir, que podemos llamarlo sólo nicolás, con las minúsculas que se merecen los dictadores.
La forma en que se denomina a un jefe de Estado es muy importante a la hora de sacarlo del poder: los Presidentes son legítimos, los dictadores tienen un banquillo esperándolo en el tribunal internacional de la Haya.
Y hay otras palabras que han surgido entre la hojarasca que han dejado las barricadas, los gases lacrimógenos y los perdigones: esbirro, torturador, sapo, sátrapa, tarifado,… y también héroe, resistencia, fe, libertad, desobediencia,…
Las palabras son “un arma terrible” como diría Álex Grigelmo en su obra La seducción de las palabras, que tercamente utilizo en mi Taller de Escritura Creativa, experiencia que pretende emular la película La Vida es Bella al entusiasmar a la escritura en medio de un país que se cae a pedazos.
Pero hay otras ganancias:
La somnolencia en la que se había sumido el venezolano luego de fallidas intentonas electorales de sanar la democracia se evaporó luego del llamado a salir a las calles a protestar, sobre todo detrás de los estudiantes, quienes han liderado la lucha en esta coyuntura histórica.
La gente salió a la calle con todos sus temores a flor de piel y tras días de golpes, gases, proyectiles, humillaciones,… el miedo se hizo pequeño y fue aplastado por la determinación que surge cuando se ve hacia atrás y se sabe que no hay retorno, cuando se sabe que detenerse es convertirse en esclavos. 
Ahora hay una sola opción, seguir adelante, aferrados a la esperanza de que toda esta pesadilla pasará. Luego podremos sanar nuestras las heridas y en paz – la verdadera- por fin podremos llorar a nuestros muertos como Dios manda… sin rumbas de Carnaval ni disfraces.
Para el momento de cierre de esta nota una madre busca a su hijo tras ser detenido, otra espera a que un médico le diga el estado del suyo herido de bala, y una más le trata de explicar a su bebe que su padre está trabajando por el país porque no puede explicarle que es un preso político.
Todo pasará, la dictadura caerá y los venezolanos volveremos a entonar nuestro Gloria al bravo pueblo… con ese sentimiento sin nombre que es mezcla de dolor y alegría y que sólo los portugueses han podido acercar a denominarlo como saudade.

No hay comentarios:

Publicar un comentario