martes, 8 de diciembre de 2015

Venezuela: El peligroso búmeran del voto castigo


En Venezuela lo que más funciona en las elecciones es el voto castigo, un peligroso búmeran que pocos líderes saben manejar una vez utilizado a su favor.
<<Cuando no eres capaz de enamorar a una población canaliza su odio>>, esa podría ser el resumen de la estrategia política más rentable en Venezuela en las últimas décadas: le funcionó a Hugo Chávez en 1998 contra la alternancia blanco y verde de los partidos tradicionales y le funcionó ahora a los grupos opositores al régimen de Nicolás Maduro en las elecciones parlamentarias del pasado 6 de diciembre de 2015.
Mientras el precio del petróleo presentaba valores altos en el mercado, el finado presidente Hugo Chávez supo evadir el descontento popular –el retorno del búmeran- gracias a una fuerza opositora dividida y al derroche de dadivas convertidas en misiones destinadas a seducir a los amplios sectores depauperados del país.
La oposición atrapada en competir entre sí por el liderazgo aprendió la lección luego de varias derrotas electorales y ante la súplica de unidad de sus simpatizantes. Logró capitalizar el descontento de la población producto de una coyuntura económica marcada por alta inflación y escases de productos básicos sumado al deteriorado del liderazgo de Nicolás Maduro.
El 6 de diciembre en Venezuela nadie votó a favor, todos votaron en contra: los opositores en contra de malas políticas económicas y los chavistas en contra de la embestida que pretende acabar con el “legado” de Hugo Chávez.
Ahora la alianza opositora cuenta con la mayoría calificada en la Asamblea Nacional, contará con un tiempo de gracia tras haber usado el búmeran del voto castigo para darle respuesta a las imperiosas necesidades de los venezolanos acosados por la delincuencia y el deterioro del poder de compra del Bolívar.
Si la bancada democrática no se dedica a legislar y controlar al Ejecutivo para adelantar políticas que reviertan la debacle económica la población se los demandará, le devolverá el búmeran. Esto podría ser utilizado por el régimen para ganar fuerzas con vistas a ganar otro periodo presidencial en 2019: ya no requerirán de inventarse enemigos externos como excusa para su ineficiencia, tendrán a una mayoría opositora en la Asamblea Nacional como culpable de frenar sus iniciativas.
Tras la euforia del triunfo, entendida luego de 17 años de reveses, el conglomerado de partidos opositores debe cuidar muy bien la planificación de su agenda para el 2016. Si gasta sus energías en guerras internas por alzarse con el liderazgo opositor –disputado entre el apresado Leopoldo López y el último candidato presidencial Henrique Capriles-, Venezuela podría perder la oportunidad de acabar con la pesadilla del llamado Socialismo del siglo XXI vía un referéndum revocatorio presidencial de mediano plazo o unas elecciones presidenciales a largo plazo.
El búmeran cumplió su objetivo el 6D, el voto castigo fue la piedra de David que destrozó la frente de un corrupto gobierno Goliat. Ahora el instrumento gira en el aire formando una parábola que en algunos meses retornará en contra del movimiento opositor venezolano.

«La economía, estúpido» (the economy, stupid), fue una célebre frase utilizada por Bill Clinton en la campaña electoral estadounidense en 1992. Esto debería ser escuchado tanto por el gobierno como por la oposición en los próximos cuatro años, quien logre responder a las necesidades económicas de los venezolanos podrá atajar el búmeran del descontento y por primera vez en décadas llevar a votar a favor de un proyecto y no en contra de una mala gestión. La economía Nicolás, la economía; la economía Asamblea Nacional, la economía.

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