lunes, 7 de abril de 2014

El fin del chavismo


Por @Joaquin_Pereira


Como las estrellas que van quemando su combustible hasta hacerse enanas y terminan estallando en mil pedazos, el chavismo ha entrado en una espiral inexorable hacia su extinción.

El verbo encendido de su líder carismático -negativo- Hugo Chávez ya no enciende las pasiones de sus fanáticos porque está muerto; por mucho que sus herederos intenten avivar la llama con grabaciones de su voz en canciones y propagandas.

El veneno que está matando al chavismo es precisamente el pegamento que lo mantiene en pie en sus últimos estertores: la intolerancia a la disidencia.

Por 15 años se generó una persecución de todo lo que oliera a oposición: empleados públicos fueron obligados a vestir una franela roja para marchar en respaldo del régimen y conminados a votar a su favor en los distintos procesos electorales.

Ahora después de miles de bombas lacrimógenas y millones de perdigones lanzados en contra de los manifestantes opositores, el chavismo ya no le funciona ningún perfume para enamorar a distraídos “ni-ni” –ese enigmático grupo que no quería llamarse opositor pero ni de vaina se calaba una cadena de Chávez-. 

Y si a la negativa rotunda de sumarse en respaldo a un régimen que ha violado sistemáticamente los Derechos Humanos le sumamos las deserciones masivas de chavistas que saltan la talanquera como si de una hemorragia se tratara, concluimos efectivamente que el chavismo está herido de muerte.

Como la morfina que mantiene despierto a un cuerpo minado de tumores, los recursos petroleros y el control de las divisas le dan un respiro a la dictadura roja atacada por todos los flancos. Respiro que se traduce en lo externo en la compra de conciencia en la Organización de Estados Americanos y en lo interno en el pago de bandas armadas para atacar las protestas.

Las piezas del dominó político se encuentran una tras otra formando una extraña figura sobre una crispada Venezuela. Un dedo moverá una de ellas y desencadenará la caída final y abrumadora del chavismo.

La pregunta no es de quién es ese dedo, sino cuál de los miles de dedos que hasta ahora se han frenado se va a decidir a actuar desencadenando lo irreversible.

No hay comentarios:

Publicar un comentario