A los periodistas se nos adiestra para olfatear la verdad y
se nos critica si no transmitimos la que se quiere escuchar. Los políticos no
sufren de esto, pueden mentir a sus anchas si saben seducir a las masas.
Algunas veces como periodista me siento igual al
incomprendido de Poncio Pilato que le preguntó nada más y nada menos que al
hijo de Dios: ¿cuál es la verdad? La respuesta fue el silencio.
¿La verdad
está bajo rejas por 30 años o en una embajada de Costa Rica?: como en el caso
del asesino de la plaza Altamira Joao de Gouveia.
¿La verdad
está en el “poder popular, participativo y protagónico” -que grita en delirio
el presidente de la Asamblea Nacional- o está en los supuestos testaferros que
transitan por el país con policías escoltas, mientras en una esquina secuestran y
matan a otro portugués?
¿La verdad
está en las ciudades alienadas donde las personas viven aisladas y solas por lo
que compran el discurso opositor o está en las alcaldías rurales que dependen
de las misiones y donde en cada elección gana el gobierno? ¿El socialismo se sostiene
en la pobreza o la democracia no es más que consumismo?
¿La verdad
está en VTV o en Globovisión? Algunos dicen que estuvo en RCTV y que se resguarda
en RCR. ¿Existen las matrices de opinión y los mensajes subliminales o sólo los
intereses monetarios del dueño de turno del medio?
Y al final
de darle vueltas a esta idea me pregunto: ¿dónde puedo hacer periodismo?
¿En un medio
del Estado donde los ministros llamen a mi jefe diciendo que hice una pregunta
incómoda?
¿En un medio
privado donde se me obligue a autocensurarme para que los dueños no tengan
problemas con el gobierno?
¿En la
fuente de espectáculos donde los titulares se los llevan las Kardashian o en la
fuente de política donde todo es “éste dijo y el otro respondió”?
Una vez me
dijeron: ¿Y cuánto crees que debemos pagarte por escribir? , en un tono que
quería decir: ingenuo, aquí el periodismo no vende.
Twitter.
Sólo me queda twitter… y mis libros. Hasta que una habilitante roja secuestre
la ley de periodismo y la espiral del silencio nos devore a todos.
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